La primera vez de tus peques en el dentista.

La primera vez de tus peques en el dentista.

Cuando un/a peque ha recorrido ya algún que otro sillón (con su correspondiente dentista y su propia praxis), y sigue su peregrinaje en busca a de aquel que más se adapte a él o ella y a la filosofía de sus padres, aunque no lo creáis, y pese a lo pequeño/a que es, se empapará también de todos los comentarios y opiniones que vais a tener de cada uno de ellos según vuestra perspectiva adulta.

Por eso, necesitamos que nos ayudéis, necesitamos, tanto nosotr@s, como ell@s, que les hagáis más fácil venir a enseñarnos esos dientecitos que tanto nos gustan, para cuídalos y curarlos si es necesario.

No os estamos diciendo como tenéis que educar a vuestros hijos, no se nos ocurría nunca, ya que es una tarea que no nos corresponde y nos merece todo el respeto del mundo. Pero os pedimos que los consejos que podamos daros no los veáis desde la perspectiva de la intromisión, y que os los toméis como tal, simples y llanos consejos, que podréis seguir o no.

Os lo decimos porque sin daros cuenta, siempre aparecen los típicos comentarios de:

“vamos a ir al dentista, pero no pasa nada”, “tranquil@, que a ti no te van a pinchar”,  “tienes que estarte muy quietecit@, si no te van a hacer daño”, “si no te van a hacer nada, tranquil@”, “si te portas mal, le diré al dentista que te pinche”, y un largo etcétera.

Y os agradecemos que intentéis tranquilizarlos, pero tenemos comprobado, que el hecho de repetirle constantemente la frase de que tiene que estar tranquilo, inconscientemente está creándole la idea preconcebida de que se va a enfrentar a una situación incómoda, desagradable y posiblemente dolorosa, cuando a día de hoy la visita al dentista es como la visita a cualquier otro profesional de la salud, y deben considerarlo como una rutina saludable más.

Si le sumamos el hecho de que a vosotros tampoco os hace ninguna gracia tener que visitar al dentista y eso os crea cierto estado de nerviosismo y estrés, él o ella también se percatará de esa sensación angustiosa y la somatizará.

Con ello no os estamos diciendo que no intentéis tranquilizarlo, lo que os pedimos es que midáis muy bien las palabras, porque algo tan simple como una palabra puede hacer que el peque venga con una predisposición u otra.

Avisarle de que “vamos a ir al dentista, pero no pasa nada”, en parte es cierto y en parte no lo es. No pasa absolutamente nada, el dentista es otro médico más y solo quiere cuidar de los dientes de la gente, pero en ocasiones, sí que pueden pasar cosas, y es que simplemente el hecho de tener una mala higiene ya es un problema. Quizá sería mejor decirles “vamos a ir al dentista, él quiere lo mejor para nuestros dientes y nos dirá si los estamos cuidando bien o no”.

Decirle “si no te van a hacer nada, tranquil@”, no es del todo cierto. El simple hecho de que se tengan que sentar en un sillón que impone e introducirle unos dedos ajenos en su boquita o unos instrumentos de lo más raros, para él o ella ya va a convertirse en un “algo”, y entonces va a tomar a la figura del dentista como un ser mentiroso y maléfico que no hace caso a sus papis y sí que le está haciendo “algo”. Quizá, nos ayudaría más un “te sentarás en un sillón que parece una nave espacial, lleno de botoncitos, que sube y baja, y ya verás que juguetes más extraños tiene el dentista para ver cómo están tus dientecitos y saludarles”.

“Tienes que estarte muy quietecit@, si no te van a hacer daño”. ¿Un/a niñ@quietecit@, donde se ha visto eso? Ellos necesitan ver, tocar y sentir las cosas para coger confianza del ambiente que les rodea. Y para nosotras, que ell@s interactúen con nosotras y nos cuenten su experiencia antes, durante y después es muy importante, para que el tratamiento resulte exitoso y deje atrás sus posibles miedos.

Y sobre la frase: “si te portas mal, le diré al dentista que te pinche”, no se merece ni que la comentemos…esto corresponde al siglo XVIII… De todas formas, considerar a la bendita anestesia como una forma de tortura, cuando gracias a ese micro pinchazo que dura de 5 a 8 segundos, y nos ahorra 20 minutos de dolor, es para hacérselo mirar…

Sabemos que cada vez que tenéis que afrontaros a una nueva situación con respecto a los más peques de la casa, como por ejemplo la primera visita a un medico desconocido que se avitualla de guantes, mascarilla y mil instrumentos raros para invadir su intimidad, lo vais a hacer con todo vuestro amor y todas las herramientas de protección de las que dispongáis.

Nadie mejor que vosotros les conocéis y sabe lo que necesitan en cada momento, pero os pedimos que tengáis un poquito de confianza hacia el profesional que no deja de formarse y enseñarse día a día. Como diría Gandhi: “La mejor manera de encontrarse a sí mismo es perderse en el servicio de los demás.”

En fin, todo esto solo son “consejos” que podemos ofreceros desde nuestra humilde experiencia y no pretendemos que sea más que eso, una herramienta que dejamos a vuestra disposición por si queréis utilizarla.

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